Normalmente, Iñigo Sáenz de Ugarte - atendiendo a su blog únicamente - es una persona razonable y sensata, esto es, no se deja llevar por las simplificaciones y ofrece perspectivas nada prejuiciosas. Sin embargo, eso no impide que de vez en cuando, como a todos por otra parte, se deje llevar por la marea y nos ofrezca declaraciones un poco altisonantes.
Así, desde que empezó a trabajar y escribir regularmente para el periódico Público ha sido - y sigue siendo - uno de los baluartes más importantes. Pero parece ser que se esta dejando influenciar por cierto maniqueismo que subyace en el rotativo. La columna que ha escrito hoy sobre el sempiterno conflicto colombiano adolece, en mi opinión, de consistencia en algunos aspectos. Veámos primero el contenido de su columna y los párrafos más relevantes:
"Después de meses de gestiones discretas alentadas desde distintos puntos, Chávez ha acabado topándose con el mismo muro con el que se han chocado antes decenas de mediadores. (...) Ningún dirigente latinoamericano dormiría muy tranquilo si supiera que Chávez - revolucionario y protagonista de un golpe frustado en 1992 - está en contacto con sus militares. (...) El error [haber llamado al general colombiano Mario Montoya en vez de su a homólogo Uribe] - si se ha producido en los términos descritos por los colombianos - ha sido la excusa perfecta para que Uribe se deshaga de una mediación que se acercaba al momento de la verdad. ¿Era ése el momento que Uribe esperaba que nunca llegaría?. Las FARC no estaban por la labor de permitir un simple intercambio de cautivos. Querían liberar a los suyos, pero sobre todo buscaban legitimidad. Como en el anterior proceso de paz, exigían que el Ejército se retirara de dos zonas que serían ocupadas por ellos durante las negociaciones. Precisamente lo que Uribe no está dispuesto a permitir. En América Latina a casi todos los dirigentes les gusta ir de tipos duros." (negritas mías)
Lo que da a entender la opinión es que Uribe ha hecho mal en cortar y finiquitar las negociaciones que Chávez estaba realizando porque simplemente el Presidente colombiano no quiere en realidad negociar y que quiere demostrar su dureza impidiendo cualquier acuerdo o resultado de las negociaciones con las FARC.
Aunque puede ser cierto, y atendiendo a las acciones llevadas a cabo por Uribe, Iñigo pone de relieve parte de la problemática colombiana. Sin embargo, en esta circunstancia me parece que es razonable lo realizado por el Presidente colombiano.
En esta ocasión Chávez ha incumplido lo que le advirtieron que no hiciera. Con la llamada al general saltándose la linea de mando quebró la confianza que podía tener Uribe en el venezolano. Si se le marca su ámbito de actuación y en vez de atenerse a ello lo rompe, el colombiano está, por tanto, en su derecho de no continuar con las negociaciones. En este tipo de actividades la confianza es un elemento primordial, más si hablamos de alguien como Chávez, charlatán y con problemas de autoestima. Si en una negociación el representante incumple el acuerdo establecido con el representado, este último tiene la potestad de romperlo y de no obligarse por lo acordado. En este caso más que nunca.
Aparte, el artículo señala la legitimidad y que en el conlficto colombiano, del que reconozco que se poco, es una circunstancia muy relevante para el derecho internacional. En el ámbito supranacional sólo hay una serie de actores que son reconocidos como sujeto de derecho internacional. Los sujetos clásicos son los Estados y con el advenimiento del nuevo orden mundial establecido tras la 2ª Guerra Mundial provocó la aparición y aceptación definitiva de un nuevo actor: las Organizaciones Internacionales. Aparte de ambos, a diferencia de las relaciones internacionales, son escasas las figuras que son reconocidas completamente o parcialmente por el derecho internacional, su aceptación en el ordenamiento jurídico internacional supone consecuencias relevantes puesto que significa la ostentación de derechos y responsabilidades.
Un mecanismo clásico es el reconocimiento. Mientras que para el reconocimiento de Estados por parte de otros Estados es un acto declarativo, puesto que la existencia de facto del país es innegable, y por mucho que haya países que se opongan o no admitan la existencia no afecta a la vida del Estado, no es una declaración constitutiva, y por tanto, las únicas consecuencias que se derivan es la no concesión, por parte de los países que se niegan a reconocer, del establecimiento de relaciones recíprocas en el trato.
Adempero, para los grupos insurgentes las consecuencias de ser reconocidas y legitimadas son importantes. El caso más ejemplar es el colombiano, pues nos encontramos con la existencia de dos gobiernos que controlan dos partes distintas y diferenciadas del territorio del Estado. En este caso si algún gobierno reconoce a las FARC, esto es le otorga cierta capacidad jurídica internacional, da lugar a la concensión de ciertos derechos y responsabilidades. Esto puede ser perjudicial para el gobierno colombiano, de ahí su crítica a cualquier acto que pueda reforzar y dar legitimad a la guerrilla.
No obstante, el derecho internacional mantiene la asimetría entre ambos gobiernos y favorece al mantenimiento del gobierno que ha sufrido la insurrección con ciertas soluciones jurídicas. Si las autoridades del Estado no reconocen la situación, no se aplican las leyes de guerras previstas para las supuestos de conflictos de carácter no internacional, aplicándose las disposiciones del Derecho Penal interno.
La entrada sin duda no va a resolver nada, mi desconocimiento en general, más allá de lo que uno haya leido en libros o medios de comunicación, de la situación y la complejidad del mismo ha dado lugar a una irregularidad manifiesta de los comentarios y argumentos expuestos.
Perdonen las imprecisiones, todo comentario que me corrija y mejore el texto será bienvenido.
Así, desde que empezó a trabajar y escribir regularmente para el periódico Público ha sido - y sigue siendo - uno de los baluartes más importantes. Pero parece ser que se esta dejando influenciar por cierto maniqueismo que subyace en el rotativo. La columna que ha escrito hoy sobre el sempiterno conflicto colombiano adolece, en mi opinión, de consistencia en algunos aspectos. Veámos primero el contenido de su columna y los párrafos más relevantes:
"Después de meses de gestiones discretas alentadas desde distintos puntos, Chávez ha acabado topándose con el mismo muro con el que se han chocado antes decenas de mediadores. (...) Ningún dirigente latinoamericano dormiría muy tranquilo si supiera que Chávez - revolucionario y protagonista de un golpe frustado en 1992 - está en contacto con sus militares. (...) El error [haber llamado al general colombiano Mario Montoya en vez de su a homólogo Uribe] - si se ha producido en los términos descritos por los colombianos - ha sido la excusa perfecta para que Uribe se deshaga de una mediación que se acercaba al momento de la verdad. ¿Era ése el momento que Uribe esperaba que nunca llegaría?. Las FARC no estaban por la labor de permitir un simple intercambio de cautivos. Querían liberar a los suyos, pero sobre todo buscaban legitimidad. Como en el anterior proceso de paz, exigían que el Ejército se retirara de dos zonas que serían ocupadas por ellos durante las negociaciones. Precisamente lo que Uribe no está dispuesto a permitir. En América Latina a casi todos los dirigentes les gusta ir de tipos duros." (negritas mías)
Lo que da a entender la opinión es que Uribe ha hecho mal en cortar y finiquitar las negociaciones que Chávez estaba realizando porque simplemente el Presidente colombiano no quiere en realidad negociar y que quiere demostrar su dureza impidiendo cualquier acuerdo o resultado de las negociaciones con las FARC.
Aunque puede ser cierto, y atendiendo a las acciones llevadas a cabo por Uribe, Iñigo pone de relieve parte de la problemática colombiana. Sin embargo, en esta circunstancia me parece que es razonable lo realizado por el Presidente colombiano.
En esta ocasión Chávez ha incumplido lo que le advirtieron que no hiciera. Con la llamada al general saltándose la linea de mando quebró la confianza que podía tener Uribe en el venezolano. Si se le marca su ámbito de actuación y en vez de atenerse a ello lo rompe, el colombiano está, por tanto, en su derecho de no continuar con las negociaciones. En este tipo de actividades la confianza es un elemento primordial, más si hablamos de alguien como Chávez, charlatán y con problemas de autoestima. Si en una negociación el representante incumple el acuerdo establecido con el representado, este último tiene la potestad de romperlo y de no obligarse por lo acordado. En este caso más que nunca.
Aparte, el artículo señala la legitimidad y que en el conlficto colombiano, del que reconozco que se poco, es una circunstancia muy relevante para el derecho internacional. En el ámbito supranacional sólo hay una serie de actores que son reconocidos como sujeto de derecho internacional. Los sujetos clásicos son los Estados y con el advenimiento del nuevo orden mundial establecido tras la 2ª Guerra Mundial provocó la aparición y aceptación definitiva de un nuevo actor: las Organizaciones Internacionales. Aparte de ambos, a diferencia de las relaciones internacionales, son escasas las figuras que son reconocidas completamente o parcialmente por el derecho internacional, su aceptación en el ordenamiento jurídico internacional supone consecuencias relevantes puesto que significa la ostentación de derechos y responsabilidades.
Un mecanismo clásico es el reconocimiento. Mientras que para el reconocimiento de Estados por parte de otros Estados es un acto declarativo, puesto que la existencia de facto del país es innegable, y por mucho que haya países que se opongan o no admitan la existencia no afecta a la vida del Estado, no es una declaración constitutiva, y por tanto, las únicas consecuencias que se derivan es la no concesión, por parte de los países que se niegan a reconocer, del establecimiento de relaciones recíprocas en el trato.
Adempero, para los grupos insurgentes las consecuencias de ser reconocidas y legitimadas son importantes. El caso más ejemplar es el colombiano, pues nos encontramos con la existencia de dos gobiernos que controlan dos partes distintas y diferenciadas del territorio del Estado. En este caso si algún gobierno reconoce a las FARC, esto es le otorga cierta capacidad jurídica internacional, da lugar a la concensión de ciertos derechos y responsabilidades. Esto puede ser perjudicial para el gobierno colombiano, de ahí su crítica a cualquier acto que pueda reforzar y dar legitimad a la guerrilla.
No obstante, el derecho internacional mantiene la asimetría entre ambos gobiernos y favorece al mantenimiento del gobierno que ha sufrido la insurrección con ciertas soluciones jurídicas. Si las autoridades del Estado no reconocen la situación, no se aplican las leyes de guerras previstas para las supuestos de conflictos de carácter no internacional, aplicándose las disposiciones del Derecho Penal interno.
La entrada sin duda no va a resolver nada, mi desconocimiento en general, más allá de lo que uno haya leido en libros o medios de comunicación, de la situación y la complejidad del mismo ha dado lugar a una irregularidad manifiesta de los comentarios y argumentos expuestos.
Perdonen las imprecisiones, todo comentario que me corrija y mejore el texto será bienvenido.
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