Es política de esta bitácora el no comentar nada en lo relativo a aspectos personales. Para lo que se propone - o proponía viendo el ritmo de actualizaciones - es innecesario relatar detalles que no afectan en lo más mínimo al contenido de las entradas. Sin embargo, hoy es una gran excepción.
Ayer falleció uno de los más ilustres publicistas españoles: Don Alejandro J. Rodríguez Carrión. Catedrático desde 1982 en la Facultad de Derecho de la Universidad de Málaga, fue uno de los referentes más importantes de la disciplina en lengua castellana. Siempre mordaz e ingenioso, fue uno de los mejores profesores de aquella facultad. Como a muchas otras personas, tuve la suerte de que me diera clases, no todo un curso pero si lo suficiente como para disfrutar de sus ocurrencias y de su deseo por enseñar y de transmitir su pasión por la disciplina. Hacía simple algo que en otras manos sería catastrófico. A él le agradezco una cosa: si no me lo hubiera encontrado no estaría donde me encuentro ahora. Él hizo que abriera los ojos ante una carrera que había desconocido totalmente, hizo que estudiar la carrera de derecho tuviera sentido, pues era el primer paso hacia algo fascinante y en completo cambio. Obviamente, no todo han sido luces, pero en una circunstancia como ésta es un sinsentido.
Este es mi pequeño homenaje a él.
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